domingo, 12 de septiembre de 2010

Tepito: No Thanks, First World

Cuando se habla de Tepito inmediatamente se piensa en el comercio ilegal, delincuencia, robos, “gente mala”. Pero lo que en verdad no se hace es indagar en el seno de este centro.

Al decir “voy a Tepito” la única respuesta que se obtendrá será algo así “ándate con cuidado, no lleves nada de valor”. Es Tepito  es un barrio que se funda en las raíces de antigüedad de los que allí viven.

Existen “empresas” de cada negocio, desde los fabricantes de discos (imaginemos todo lo que se necesita para la creación de estos, desde los que producen las cajas, los que producen las portadas, los que crean los discos, los que ponen contenido a los discos, los que los venden, etc.) zapateros, vendedores de ropa (quienes consiguen la ropa, quienes la distribuyen, quienes la venden, etc.) hasta aquellos vendedores de droga. Todos estos negocios avalados por el consentimiento de los miembros de este barrio.


Las leyes de Tepito son leyes consuetudinarias, ya están dadas, son códigos que se pasan de generación en generación, surge la pregunta ¿Cómo es que el Estado tiene control sobre Tepito? La respuesta se funda en que los tepiteños no acuden a las instituciones de autoridad que el Estado ofrece. Ellos toman la ley en sus manos (rompen los dictámenes del artículo 17 de la Constitución Mexicana) y la llevan acabo sabiendo de antemano como hacerlo, no hay papeles, es la simple fuerza de la palabra.

Surge otra pregunta ¿Cómo el Estado puede hacer valer su existencia en este barrio? La respuesta nos debe llevar a pensar en el Estado no como la fuerza militar (si el gobierno decide entrar a Tepito con el ejército o con miles de policías habrá una revuelta violenta) sino como el proveedor de servicios, y sobre todo el proveedor de seguridad y propiciador de espacios que estén bajo regulación y permitan que los tepiteños entren en la convivencia con las demás zonas de la ciudad de México, que ese rumor de la barrera de delincuencia que se formula a lo largo de Tepito se derrumbe.



Es necesario mantener el sentido de unidad que se presenta entre las vecindades del barrio de Tepido, pero es más urgente lograr que esas barreras no se muestren agresivas con aquellos que se quieran acercar.

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